Matrix está de cumpleaños
- Javi Ojeda
- 1 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 sept 2019
Parece que fue ayer cuando, por primera vez en toda mi vida, la que se convertiría en mi película preferida durante tanto tiempo apareció por primera vez ante mis ojos. Podría pasarme mucho tiempo hablando de los sentimientos que sentí (y sigo sintiendo) pero me gustaría que esto fuera un homenaje para ella y no para mí.
Durante el año 1999 el mundo del cine experimentaría un cambio tan grande que ha condicionado todas y cada una de las películas posteriores. No es de extrañar que, en muchos casos, para referirnos a todos aquellos films posteriores hablemos de la Generación Post-Matrix y, es que, sin lugar a duda, es un buen punto de inflexión para marcar un antes y un después.

Es cierto que, durante la breve historia del cine, ha habido un puñado de películas que han transmitido sensaciones concretas siendo pioneras en muchos factores. Solo hay que comparar los primeros experimentos de los Lumière con un blockbuster actual. La conclusión se deduce por sí sola: El cine ha evolucionado, y no precisamente poco.
Punto de inflexión
Matrix es un perfecto ejemplo de ello. A pesar de no haber podido disfrutar la película en una pantalla de cine, solo hay que tener en cuenta el aspecto en el que destaca esta película con respecto a cualquiera anterior a ella: el montaje. La cantidad de cortes efectuados que permiten cohesionar la historia que se narra dentro de esta película es abismal, tanto que es realmente difícil, por no decir imposible, encontrar una película del siglo XX con la misma cantidad de cortes por minuto, haciendo que sea mucho más frenética de lo que realmente es.
A la hora de hablar de la trama de la propia película se nos viene a la mente la teoría del cerebro dentro de una cubeta, presentando al mundo como una simulación de unos seres que son superiores, no solo a la raza humana, sino también a todas y cada una de las especies que habitan el universo.

Sea la vida una simulación o no, el hecho de trazar nuestra existencia a la mano de unos seres superiores tampoco se aleja mucho de la realidad que establece el creacionismo.
Protagonismo
Pero Matrix no solamente habla de eso. Matrix habla del camino que se sigue desde el desconocimiento total hasta el aprendizaje propio del mundo que nos rodea. La trama de Neo no es otra que una actualización de la Forja del héroe que se detalla en la tradición griega para definir a los semidioses y héroes de su mitología y literatura. Vemos como el protagonista intenta cambiar el mundo a través de sus propias acciones con la finalidad de cambiar la realidad que le rodea. La primera decisión tiene color y forma concreta ya que la elección de la pastilla se vuelve determinante por y para la narración. En el momento en el que Neo elige la pastilla, ha firmado un pacto que no acabará hasta el día de su muerte y será bendecido y maldecido con el conocimiento de la propia realidad.

Sin embargo, cuando el protagonista descubre que él no es el elegido supone un varapalo, tanto para él mismo como para los espectadores que han visto parte de la evolución de un personaje que parece que tiene mucho que ofrecer. La duda se intensifica: Sí él no es el elegido, ¿por qué me estáis contando su historia? Porque se busca establecer un vínculo con el espectador a través del paradigma de que realmente nadie es especial, la vida es anodina y vivimos en un mundo en el que no somos los conductores de nuestro propio destino.
Conclusión
Es imposible no tener en cuenta esta película para poder definir el cine de los últimos años, al menos, en su primera entrega y, que, en mi opinión, es la mejor de una trilogía que, desgraciadamente debería haberse quedado en la primera de ellas.
Matrix este año hace ya veinte desde que apareció por primera vez en la pantalla de un cine y en tan poco tiempo ha conseguido establecer un sistema de narración que gran parte del cine actual utiliza, creando un legado para la historia.
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